SEGUIMOS CADA DÍA EN BETANIA
“Betania estaba cerca de Jerusalén, como quince
estadios” (Juan, 11,18), es decir algo más de 2 kilómetros. Muy cerca de
Jerusalén, es decir, del ruido, de la gente, del quehacer cotidiano. Jesús
necesita un lugar muy próximo a donde se desarrolla su vida pública pero
discreto, tranquilo, en donde hablar al oído y ser escuchado con atención, sin
la aglomeración constante en torno a sus apariciones públicas. ”Allí
experimentaba la gratuidad. La familia de Betania le escuchaba sencillamente
porque eran sus amigos. Y eso era suficiente. No había otra finalidad”, ha
escrito Josep en el blog.
Por algo dice Santa Teresa: “No es otra cosa oración mental... sino tratar de amistad,
estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama». (Vida, 8,5). Betania es el lugar de
encuentro directo, amistoso, con el Señor. Betania es el lugar de oración. Eso
es justamente lo que nos ha querido enseñar Josep en las reflexiones
anteriores. La Palabra de Dios encarnada, para ser suficientemente escuchada,
necesita su Betania, es decir, su rato diario de intimidad, de meditación
pausada, lejos del ruido y del jaleo diario. En la intimidad de la propia casa
o ante la presencia viva del Pan Vivo que nos espera en tantos sagrarios de
tantas iglesias… Así, cada día, podemos ir a Betania, a estar un rato con el
Maestro. Y una buena ayuda son estas reflexiones, producto de la oración
personal, que nos quedan en el blog.
Y en las múltiples Betanias de todo el mundo está la esperanza de la
Iglesia. De pequeñas comunidades, reunidas en torno al Pan y la Palabra,
compartiendo la amistad con Jesús y viviendo la fraternidad cristiana surgirá
ese impulso que nos lleva a proclamar a los demás: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Juan, 10,1). Y sentir la presencia cercana de un Dios que
no es un concepto, es una persona real que actúa en nuestras vidas. Y así ser
fecundos con esta fecundidad “que supone dejarse traspasar por una fuerza capaz
de generar vida” tal como nos recuerda Josep.
Las
reflexiones de este blog son pura teología, profunda y sólida. No hay
especulación o intentos de racionalizar la fe en las páginas precedentes. Hay
teología espiritual, enraizada en la Palabra revelada y en la propia vida
interior. Josep escribe en este blog que la teología es “la
explicación razonada y razonable de una vivencia inefable”. Por eso se comunica con facilidad, asombra y mueve a la
reflexión y a la acción, o sea, a seguir el camino que nos sugiere: buscar la
intimidad con el Dios encarnado en este lugar familiar, sencillo e íntimo de
Betania.
Decía
Benedicto XVI: “Es probable que estemos ante una nueva etapa
de la historia de la Iglesia en la que volvamos a ver una cristiandad semejante
a aquel grano de mostaza que ya está surgiendo en grupos pequeños que gastan su
vida en luchar intensamente contra el mal y devolver el bien al mundo” (La sal
de la tierra). Hay muchos granos de mostaza en la Iglesia de hoy. Yo he
conocido uno: esta pequeña Betania en torno a la experiencia espiritual de Josep.
Doy gracias a Dios por el don de haberla conocido. Estoy seguro que el Señor
está muy a gusto con ellos, con cada uno, con su personalidad, sus virtudes y
defectos, sus avances y sus retrocesos… Como lo estaría con la primera Betania
de Lázaro, Marta y María.
A través de este blog, el grano de mostaza ha
ido creciendo, ha ido llegando a mucha gente, ha ido fructificando sin que
muchas veces sepamos en cuantos lugares y en cuantos corazones. Los textos
precedentes contribuyen a la nueva evangelización, a anunciar la novedad del
amor de Dios tal como nos pide el Papa Francisco “Un anuncio renovado ofrece a
los creyentes, también a los tibios o no practicantes, una nueva alegría en la
fe y una fecundidad evangelizadora.” (Evangelii Gaudium, 11). ¿No hay en estas
reflexiones la doctrina de siempre en un lenguaje renovado y cercano?
Textos que se dirigen a todos los lectores, a quienes buscan la
confirmación de su Fe y a quienes buscan, sin saberlo, a ese Dios desconocido
que San Pablo encontró en Atenas (Hch 17, 22-34) y al que Friedrich Nietzsche
dedicó un poema cuando tenía 20 años:
¡Quiero conocerte, Desconocido,
tú, que ahondas en mi alma,
que surcas mi vida cual tormenta,
tú, inaprehensible, mi semejante!
Quiero conocerte, servirte quiero”.
Nietzsche, como Augusto Pérez, el atormentado buscador de inmortalidad
protagonista de la unamuniana “Niebla” se asoman al abismo de la existencia
humana, pero no acaban encontrando sentido. Si el hombre contemporáneo
ensimismado en su yo conociera que en la intimidad de Betania está esperándole
la Palabra creadora, la Palabra profética, pero, sobre todo, la Palabra
encarnada, del abismo surgiría la esperanza. «Habrá hambre no de pan ni de
agua, sino de oír la palabra del Señor» (Amós, 8,1). Una Palabra que alimenta
la fe, “que no nos da la respuesta a nuestros interrogantes, pero nos da la
confianza de que esa respuesta existe” como nos dice Josep. A esta respuesta
nos ha acercado el blog. Gracias, Josep, por ser fiel al Señor y buen
transmisor de su Palabra.
Gracias Augusto, por iniciar este blog. Es luz, alegría para nuestros corazones y nos enseña a gustar el Misterio de Dios.
ResponderEliminarTu don de reverenciar y amar la obra de Dios me recuerda al del padre Pedro Reyero, dominico que amaba a Dios encarnado, a Dios pobre y nos quería mucho
Cuando leo estas líneas me emociono. Vuelvo a tomar conciencia de que formo parte del Plan de Dios, de que tengo una misión, una vocación y eso da un sentido profundo a mi vida.
Gracias Augusto por haber iniciado este blog y también, y especialmente, por compartir tu experiencia de haber conocido esta comunidad de Betania y por tus palabras de apoyo.
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